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Ángela Figuera Aymerich
ANGELA FIGUERA AYMERICHEN TEORIA POETIKOA

Itzuli

Poesía preocupada

a) El grito

Mil novecientos cincuenta será el año en que todo el proceso de reflexión poética desarrollado por Angela hasta entonces encuentre expresión pública con la aparición del poema Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas que tendría una amplia difusión (61), y el breve poemario Vencida por el ángel. Todo este conjunto de escritos se plantea desde unos presupuestos estéticos e ideológicos comprometidos radicalmente con el mundo que la rodea y con la propia existencia; implica, por tanto, la superación de la temática familiar e intimista. Ello no quiere decir que Angela abandone el cultivo de dicho tipo de poesía; éste queda relegado al ámbito de los suyos, al círculo doméstico. No obstante, algunas composiciones de la "etapa preocupada", en especial las primeras obras, conservarán abundantes elementos característicos de la poesía subjetiva.

La propia Angela había de describir años más tarde este momento poético, concebible como profundización en intuiciones anteriores, considerándolo el comienzo de una etapa bien distinta:
 

Hecho esto (se refiere al "descanso tras la tormenta" de la guerra civil) me detuve, abrí los ojos y miré a mi alrededor. España, mi España en posguerra y el mundo en guerra. España era mi tierra maltratada y herida. Pero el mundo también era "mi" mundo, porque toda la Tierra es patria de todo hombre. Miré hacia atrás, me enfrenté con el presente y supe que no se podía "descansar", que no había tiempo ni lugar para ello. No teníamos derecho a un descanso personal y exclusivo, aunque hubiera sido ganado a tan terrible precio. Así, otras ideas, otros sentimientos llenaron mi poesía y salió Vencida por el ángel. Ahí empieza mi poesía preocupada (62).

Hasta aquí este importante párrafo que muestra cómo el cambio hacia la nueva etapa iba a ser una prolongación de las líneas maestras esbozadas a lo largo de sus primeros trabajos, resultado de la ineludible obligación de escribir y del compromiso con la carne frente a lo etéreo, tan solo que ampliadas ambas hacia un entorno mucho más abierto, superador de lo puramente familiar. Varía el objeto de su poesía, no tanto los planteamientos poéticos que, aunque con las necesarias variaciones y adaptaciones, no se pueden describir como una auténtica ruptura radical dentro de su obra (63).

Ante todo expresará la poetisa un auténtico compromiso con la realidad, siendo en este sentido Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas una declaración de principios y un llamamiento a enfrentar la vida incluso en aquello que "aturde y asusta"; es una invitación a gozar de la existencia pero, a la vez, no ignorar el dolor, el odio, la muerte:
 

Porque, amigas, os pasa que os halláis en la vida
como en una visita de cumplido. Sentadas
cautamente en el borde de la silla. Modosas.
Dibujando sonrisas desvaídas. Lanzando
suspirillos rimados, como pájaros bobos.
Pero ocurre que el mundo se ha cansado de céfiros
aromados, de suaves rosicleres o lirios,
y de tantos poemas como platos de nata(64).

La respuesta es una entrega a la existencia que viene a describir la propia evolución de Angela, volcada primero en el amor, la sensualidad, la naturalela, pero sin ignorar a continuación lo que de negativo y funesto tiene la vida. Hay en este poema una línea integrad ora de las distintas etapas poéticas, asumidas en plenitud, al igual que se observará más adelante, en sus últimas obras. No será todavía una actitud marcada por el pesado lastre de haber sido feliz mientras los demás sufrían, de haber creído en la belleza, en el propio goce personal cuando más allá de su círculo de luz, el dolor y el sufrimiento golpeaban con saña. Precisamente estos sentimientos destacarán a partir de Vencida por el ángel y en buena parte de la etapa preocupada, un cierto sentimiento de culpa impregnado a veces de nostalgia por aquel tiempo de paz y sosiego (65). Sorprende por ello esta Exhortación... en la que no se aprecia esa sensibilidad tan crítica hacia el pasado, lo que la lleva a reivindicar también la poesía de la intimidad, como hará en sus últimos años. Egoísmo, el poema que abre Vencida por el ángel, contrasta precisamente por dicho sentido autocrítico. En él se dibujan de forma plástica los dos mundos enfrentados: el ámbito interior, tranquilo y reposado, frente al "sucio oleaje de las cosas" (66). El símbolo de la ruptura será la puerta ante la que ella se mantiene firme, tratando de frenar "el alud del llanto y de la angustia". Pero el ángel,  representación de esa realidad que golpea en la puerta, vence y todo se transforma porque ya nada puede permanecer igual; como consecuencia de ello cambiará también el objeto de su poesía:

He luchado con él. He luchado: He reído
sobre todas las flores de los mayos ingenuos;
cabalgando las nubes; fabricándome estrellas;
derramando canciones.
y más adelante:
He gritado el triunfo de mi carne aumentada
en la carne del hijo.
Me he proclamado limpia contra el asco y la ruina.
Me he declarado libre contra el tedio y la duda.
Me he creido excluída, separada, intocable (67).


Hay en todos estos versos un rechazo explícito del esteticismo, como se veía en la Exhortación, pero tiene aquí un fuerte tono autocrítico, referido a la propia obra, a sus primeros libros. Destaca, asimismo, el término "grito" que no se ha cargado aún de todo su contenido angustiado, existencial. Dicha idea se plasmará también en posteriores escritos, tanto en Los días duros como en El grito inútil. En el primero de ellos se expresa la imposibilidad de permanecer en el ensueño subjetivo y la necesidad de reaccionar. Así se aprecia en algunos fragmentos del poema que da título a la primera de las obras:

No. Ya no puedo estar, como solía,
oculta en matorrales de madreselvas,
de musgo delicado, de jazmines
que perfumaban la ilusión precisa
de mi vivir aparte, preservada.
(...)
Bien lo sabéis cómo era yo de tierna.
Cómo canté mi arcilla y mis claveles.
(.. .)
Hoy ya no puedo. He de salir. Alzarme
sobre mi dócil barro femenino.
Gritar hacia las cosas que me gritan
con labios erizados, con garganta
hostil y azuzadora (68).
Ya en El grito inútil, se observa mejor
la nostalgia hacia el tiempo pasado a la
vez que se afirma la imposibilidad de retroceder
puesto que cualquier vía de retorno ha sido cortada.
Es en el poema que da título al libro:
Volvedme a aquel descuido, a aquel sosiego
en que era dable andar por los caminos
pastoreando ensueños como ovejas.
(...)
Volvedme a la andadura mesurada,
al tópico dulcísimo y sedante
de un verso con timón y cortesía
donde cantar cómo los bucles de oro
son cómplices del pájaro y la rosa,
porque eso, al fin, a nada compromete
y siempre suena bien y hace bonito (69).

Estas afirmaciones hallan su refrendo en la correspondencia con Blas de Otero donde se incluyen opiniones de carácter crítico hacia el esteticismo. Así escribía, por ejemplo, en 1950:

Yo sacrificaría un poco la belleza formal. Los poetas monísimos me van fastidiando cada vez más, con sus preciosidades. Prefiero una ruda palabrota empleada con brío ya tiempo a todos esos floreos (70).

Dicha idea encierra también una elección en lo que a vocabulario se refiere, opción cuyo origen hay que buscarlo, de alguna manera, en Las cosas como son (1948) de Gabriel Celaya, influencia que ha sido mencionada con anterioridad. Definía Angela el lenguaje de aquel libro como "el lenguaje de todos, pero iluminado desde dentro, por un ascua invisible de poesía, de una poesía que no está necesaria y únicamente en las bellas palabras ni en las alambicadas metáforas sino en algo interior, indescriptible e inexplicable" (71). A la vez, estas afirmaciones encierran otra idea importante: la del predominio del contenido humano sobre la calidad literaria. Sobre este último tema polemizaron Blas de Otero y Angela Figuera al defender el primero que no todas las palabras pueden ser poéticas. Al final, Angela reconoce que ella también persigue la belleza si bien, supeditada a expresar lo que "dentro de mí hostiga por salir", aún y cuando ello pueda implicar un cierto prosaísmo que la asusta (72).


En relación con la posible influencia de Celaya sobre la poesía de Angela Figuera se hace imprescindible una matización proporcionada por ella misma cuando años más tarde afirma que "Gabriel Celaya y yo no nos parecemos en nada, pero cuando leí Las cosas como son me di cuenta de que las maneras literarias no iban con los sentimientos que yo quería expresar. (...) en esta toma de conciencia me ayudó mucho Celaya" (73). Al mismo tiempo, reconoce que el cambio no apuntaría con fuerza hasta bastante más tarde, "la nueva voz se nota muy bien en Belleza cruel" (74). No obstante, se pueden encontrar versos y poemas marcados por el influjo de Celaya (75).


Recapitulando en pocas palabras lo estudiado hasta aquí, destaca la personalidad de una escritora que, titubeante a veces, claramente en otras ocasiones, es consciente de que su trabajo se abre a una nueva dimensión, la cual exige, por ende, un lenguaje distinto, preocupado en recoger aquello que la creadora desea expresar más que la belleza formal, puramente esteticista. En este contexto situará a su vez la figura del poeta y sus funciones.
Parte Angela Figuera de la idea de que el poeta es un ser consciente de la vida y la muerte, de su "grito convulso" y, por ello mismo, sufre el desasosiego de quien sabe: es el ojo sin párpado, solitario, alerta, desvelado, sonámbulo. Esta definición se establece a partir de una oposición entre quienes viven mudos y simples, "esquivando la pesquisa y el vértigo", y el escritor o escritores conscientes; de ahí su sufrimiento, originado en ese conocer lo que otras personas parecen ignorar:

Más de un día me duele ser poeta. Me duele
tener labios, garganta que se ordenan al canto(76).


Estas ideas se recogen en "Clamor", segunda parte de Los días duros, antes titulada de forma elocuente "En la delgada arista", conceptos que eran justificados por Angela a Blas de Otero en una de sus cartas:

Verdad que nuestros días son tremendos. Pero tienen un interés formidable. Esta crisis total y profundísima de todo nos sacude hasta la médula. Algo de eso he intentado expresar en mis últimas cosas. Mi "arista" es la "delgada arista del presente" donde hemos de vivir inquietos cabalgando a pulso (77).



Sobre esta arista del presente se coloca la personalidad creadora que "mantiene su equilibrio difícil", "ni dentro ni fuera, en la fina tangente / que tan sólo en un punto a lo cierto se ajusta" (78).

Situado en ese complejo equilibrio de la consciencia el poeta y la poetisa tendrán como función descubrir a los demás la belleza, el goce de estar vivos y, a la vez, animarles a continuar avanzando. Es una perspectiva profética que puede recordar a León Felipe: "Yo, poeta, os lo digo" (79), actitud de quien ve lo que otros no pueden. El mensaje a trasmitir es casi siempre una llamada a la acción:


Continuemos. Hagamos cosas, hijos, sonetos, sinfonías, retablos (80).


En cuanto a la búsqueda de la belleza, implícita en los anteriores versos, se reitera con frecuencia en la poesía figueriana, de alguna forma, como contraste y alternativa a la miseria del presente y su cansancio. Así, en Mujeres de mercado, una vez descrita su amarga situación, la escritora concluirá:

Oh, no. Yo no pretendo pedir explicaciones.
Pero hay cielos tan puros. Existe la belleza (81).
Para Angela su búsqueda se convierte en objetivo
colectivo:
Vayamos. Empecemos ahora mismo.
Buscad conmigo, hermanos.
Porque de todo ha de quedar un poco.
Pues siempre queda un poco de belleza (82).
Belleza que se puede encontrar en el amanecer,
en la sombra del arado, en la sonrisa de las criaturas...


La mencionada pupila insomne es también consciente de hasta qué punto resulta utópica su propuesta, descubriendo la otra cara de la moneda, reconociendo que nadie escucha su grito. Esta situación se presenta de manera muy gráfica en el poema Posguerra, donde en toda su primera parte la poetisa ha exaltado la vida y su belleza; como contraste, en la segunda reconoce, sin embargo, esa realidad de sombras que caminan sin escuchar, embadurnados los ojos por la sangre de la guerra: "venganza callada de millones de muertos" (83).

Y se hace evidente entonces la inutilidad del grito, la imposibilidad del cambio por medio de la poesía. El poeta es un ser superfluo porque al final, tras el verso y el poema no habrá conseguido hacer nada:

¿qué habrás hecho poeta? Ni una lágrima sola,
ni una tibia, redonda lagrimita de niño
habrá sido enjugada. Ni unos labios sedientos
(...)
y aunque clames el bosque, las praderas, los mares,
no harás nunca que un viento sin dolor purifique
las cerradas alcobas donde huele a parida
ya pecado ya cuna ya cansancio de hombre (84).


El poeta no puede actuar sobre la realidad; nadie le escucha. Ese sujeto colectivo definido como "hermanos", "compañeros", no atiende a su voz y es entonces cuando ésta se torna más angustiosa y existencial: "¿qué puede una mujer, para qué sirve / una mujer gritando entre los muertos?". y la pregunta, retórica de alguna manera, se reitera en diferentes versos: "¿Qué vale una mujer? ¿Para qué sirve / una mujer viviendo en puro grito?" (85).
De manera sintomática, el subtítulo que preside El grito inútil, "A los que no quieren escuchar" (86), se convierte en un refrendo continuado de su impotencia. Aquellos a los que quisiera llegar con su mensaje y hacerles partícipes de su utopía, madres, obreros asalariados, niños, hombres y mujeres sufrientes, no responden a sus llamadas. Ante ello, la respuesta de la poetisa será radical, extrema: "Licenciar la metáfora":

Mejor fuera callarse. Licenciar la metáfora.
Adentrarse en las ruinas salpicadas de llanto
y empezar a poner con humilde paciencia
un ladrillo sobre otro (87).


Similar mensaje expone en el poema que cierra El grito inútil, dedicado a Blas de Otero:

Y yo llegué a decirte: Mejor fuera el silencio.
Mejor fuera callarse. Licenciar la metáfora.
y ver si a duras penas o a duras alegrías
abrimos un camino al cabo de la calle (88).


Pero a la vez, funciona aquí una cierta ambigüedad pues su propuesta es una posibilidad ante una situación que pudiera ser el final de la calle, "donde ya nadie pueda salvamos".
Por tanto, sólo el trabajo puede servir para construir algo, para abrir un camino, el laborar solidario, plural, colectivo, una vez demostrada la incapacidad de la poesía para conseguirlo. Porque en un mundo tan lleno, "terriblemente lleno", dirá ella, con tantos hombres y mujeres que viven felices, cómodos, impávidos ante el sufrimiento ajeno, con tantos hombres trabajando para la destrucción, esos "sabios atroces / que trasnochan jugando con palabras difíciles", no hay sitio para los poetas:

Está tan lleno el mundo, que yo,
palabra, amigos, 
no sé dónde ponerme.
No sé si tengo sitio.
Los poetas sobramos (89).


Analizando estas afirmaciones tan rotundas, pesimistas en lo que a la poesía se refiere, surge la duda de saber hasta qué punto responden a la auténtica ideología poética de Angela más que a un sentimiento pasajero, a un momento de crisis. De una parte, no hay duda de que, una vez más, muestra la escritora su fuerte sentimiento autocrítico sin caer en concepciones utópicas de otros compañeros y compañeras de creación literaria que llegarían a considerar la poesía como instrumento de cambio. Pero a la vez resulta contradictorio el hecho de que mientras afirma la inutilidad del poeta y su trabajo en la dinámica de transformar la sociedad, siga preparando nuevos poemas. Por otra parte, se debe señalar que a poco de publicarse El grito inútil, la escritora iniciaba su trabajo en el servicio de Bibliobús lo que podía suponer un llevar a la práctica las anteriores afirmaciones, el priorizar el trabajo social sobre la lírica, Sin embargo, el uno no supuso la desaparición del otro.

Una vez más puede servir como aclaración el acudir a la correspondencia con Blas de Otero, Allí destacan dos afirmaciones que pueden ayudar a comprender esta aparente contradicción, Así la actitud realista de la escritora, su capacidad de entender que la poesía no es un producto para las masas, La reflexión vendrá unida a la dedicatoria "A la inmensa mayoría" que preside la última obra recibida de Blas de Otero:
 

Esa dedicatoria de su libro "A la inmensa mayoría" me parece de perlas, pero mucho me temo que no pase de una intención por su parte, La inmensa mayoría no se entera de nada de lo que a poesía se refiere (Ni de otras muchas cosas tampoco) (90).


Es consciente, por tanto, de que la lírica tiene unos límites muy marcados y que además, las "mayorías" no reflexionan. Ello coincidirá con la actitud individualista defendida siempre por ella en lo que a creación poética se refiere. De la misma forma, tampoco será casual que Angela dirija su trabajo hacia individuos o, al menos, eso puede deducirse de algunas afirmaciones suyas, cuando, por ejemplo, comenta a Blas de Otero la acogida que está teniendo El grito inútil:

En general parece que gusta. Ya veremos. Por otra parte casi da igual. Lo que me interesaría de verdad era saber la impresión de ese lector anónimo, fuera del "oficio" que se enfrenta con nuestra obra limpiio de prejuicios y preconcebidas ideas de críticas, de escuelas, de amistad o de  animadversión. Que ni nos conoce ni le importa. Que lee para sí y porque le apetece. De ese  lector quisiera yo saber si mi libro le ha llegado, le ha conmovido, le ha tocado en la sensibilidad y en el pensamiento. Eso sí que me gustaría. (91)


 Define así un objetivo mucho más realista que el de las grandes masas y será el tratar de alcanzar al lector, individual y con minúsculas, con la intención no ya de cambiar la realidad sino de trasmitir sus preocupaciones, Esta actitud permanecerá siempre en ella como lo confirmará, por ejemplo, a Robert Saladrigas años más tarde:

He perseguido algo que para mí es esencial: salir de mi misma, de mis aconteceres y solidarizarme con todos los hijos de madre, hermanos y compañeros en esta tremenda, apasionante y difícil aventura que es vivir. Así he pretendido y pretendo que mi voz se oiga, llegue a alguien y le sirva de algo que puede ser puro goce estético, ayuda, emoción, algo positivo, en suma. Escribo así para todos. Sé que pocos me escuchan, pero he repetido mil veces que si un solo ser humano se siente comprendido, acompañado, estimulado, o incluso inquieto y molesto por la parte crítica y denunciadora de mis versos, me doy por satisfecha. Puedo decir que he tenido pruebas de que eso ha ocurrido en los lugares má.s impensados, donde se sufría o luchaba por algo hermoso: por la libertad, por el pan suficiente y la cultura para todos. Por eso, má.s que los elogios, cuando a veces llegan, de la crítica "profesional" y erudita, me llenan de gozo algunas cartas de gente anónima, tan entusiastas como mal escritas. Eso creo que es mi obra (92).


Finalmente, otra actitud de Angela tal vez basada en su individualismo, será el rechazo con respecto al llamado arte comprometido o "engagé". Pese a su compromiso en la defensa de una transformación social, Angela defendió siempre la libertad del artista:
 

Me repugna esencialmente el arte "engagé" en cualquier sentido. No entiendo cómo puede escribirse deliberadamente una poesía para minorías o una poesía para todos, una poesía para la eternidad, trascendente a priori... ¿Qué es eso? Yo no puedo ni quiero hacer má.s que lo que auténticamente me exprese y refleje mi sentir de cada momento de un modo sincero y hondo.(...) Yo no quiero autocensurarme al escribir. Bastante "censurado" está. uno por todas partes y en todo momento y en todos los órdenes. En eso, no. No quiero estarlo. Ni en mí misma. Sólo me ceñiré con mis propios límites. El tope de mi potencia creadora, mi propia deficiencia para ver o mostrar belleza, mi belleza, será. lo único que me coarte (93).

Ligado a esta idea se encuentra el que Angela rechace cualquier tipo de encasillamiento, de clasificación en algún grupo, simplificaciones cuyo uso comprendía, sin embargo, en manos de los críticos, con los que casi nunca estaba conforme al respecto. No obstante, sí admitía la existencia de coincidencias en cuanto a climas, sentimientos, punto de vista... con otros escritores.


Todas estas consideraciones e ideas reaparecerán con más intensidad si cabe en Belleza cruel, obra con la que la escritora, consecuente con sus ideas, se vería obligada a romper los estrechos cauces legales establecidos por el franquismo para la expresión. Ello no implicará, de todas formas, grandes variaciones con respecto a los postulados analizados hasta aquí.




*Notas

61. OC p~g, 302. Este mismo poema sería recogido en Cuadernos americanos. México, 1952. Volumen II. PáQ. 236.
62. Saladrigas, R.: "Monólogo con ...", op.cit. Pág. 48.
63. Esta idea la recoge Carlos Alvarez cuando afirma que "el lirismo tradicional de Soria pura ya anunciaba el estallido de pasión impura que culminará en Belleza cruel, ("La recia voz de...", op.cit. Pág. 7).
64. Exhortaci6n..., OC pág. 302.
65. Este sentimiento parece haber sido bastante general entre la intelectualidad española postfranquista de acuerdo con lo afirmado por Shirley Mangini (Rojos y ..., op.cit.). Se refiere a "una mala conciencia porque no habían actuado frente a un mundo que reconocían como injusto y anquilosadd' (pág.58) .y recoge unas palabras de Luis Berlanga: "Los españoles tenemos todos mucho complejo de culpa. España es un país de culpables" (Salvador Pániker: Conversaciones en Madrid. Ed. Kairós. Barcelona, 1969, Pág. 81). De esta manera, refiriéndose a los poetas añade S, Mangini, "su intimismo huidizo se convirtió en una conciencia política antagónica al sistema" (pág. 40) .Fernando Aramburu Irigoyen confirma esta idea cuando dice' "La disolución de esa propiedad privada que para estos poetas supone el yo, se expresa comúnmente mediante el rechazo de la belleza (.,.). Por tal razón se da a menudo la reconsideración más o menos culpable de la propia palabra poética (...). Se trata a fin de cuentas de dar cuenta públicamente de cuanto al poeta se le aparece como demasiado personal o, en todo caso, dificilmente compatible por la masa social oprimida", ("Angela Figuera Aymerich: Introducción a la ternura civil". Muga. N.o 45. Julio-agosto de 1985).
66. OC pág. 111.
67. Vencida por el 6ngel. VA, pág. 113,
68. Los días duros, 00, OC pág. 125.
69. GI, OC pág. 171.
70. Segunda carta de 1950 a BIas de Otero.
71. Saladrigas, R.: "Monólogo con...", op.cit. Pág. 48.
72. Primera carta a BIas de Otero de 1950.
73. Celaya y Angela Figuera desarrollaron una gran amistad, manteniendo una importante relación epistolar. Así Angela llega a escribir a Bias de Otero, "no es tan perezoso como usted. Averguéncese", haciendo alusión a la brevedad y escasez de que hacía gala el poeta bilbaíno. Dicha correspondencia mantenida con Celaya no ha sido dada a conocer hasta el momento. En la mencionada carta a Otero (fechada en diciembre de 1949), Angela aludía a Las cosas como son definiéndolo como "un grito tremendo, hiriente, en el academicismo reinante".
74. Núñez, Antonio: "Encuentro con..:', op.cit., pág. 4.
75. Versos como:

Pasad sobre las ruinas. Olvidadnos
si, muertos, enterramos nuestros muertos.
Veinte años, BC, OC pág. 248. No cabe duda de que ahí se esconde una alusión a la España en marcha de Celaya (Cantos iberos, Poesías completas. Tomo III. Editorial Laya. Barcelona, 1978. Pág. 265). Sin embargo, la gran dificultad estriba en considerar hasta qué punto se puede hablar de influencia y no de guiños intertextuales.

76
. Poeta, DD, OC pág. 134.
77. Diciembre de 1949.
78. Poeta, 00, OC pág. 135.
79. Posguerra, GI, OC pág 174.
80. lb ídem.
81. GI, OC pág. 178.
82. Un poco, GI, OC pág. 188.
83. GI, OC pág. 174.
84. Silencio, GI, OC pág. 185.
85. GI, OC pág. 171.
86. OC pág. 169.
87. Silencio, GI, OC pág. 186.
88
. Epílogo a Bias de Otero, GI, OC pág. 200.
89. Sobramos, GI, OC pág. 192.
90. Segunda carta a Blas de Otero de 1950.
91. Carta a Blas de Otero del 9 de enero de 1953.
92. Saladrigas, R.: "Monólogo con ...", op.cit. Pág. 48.
93. Carta a BIas de Otero del 1 de diciembre de 1949.

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