Y al cabo, el silencio
Muchas de las afirmaciones e ideas contenidas en Toco la tierra, por su mismo carácter de testamento poético, anuncian, de alguna manera, el cierre de todo un ciclo poético en la obra de Angela Figuera, el que se corresponde con la "etapa preocupada", la línea que muestra una actitud de conciencia colectiva. De hecho, la posterior producción de Angela se limita, al margen de la poesía para niños, a un reducido conjunto de poemas circunstanciales, es decir, justificados por la actualidad: escenas de la guerra de Vietnam, la muerte de Pablo Neruda, un cumpleaños de Rafael Alberti, las huelgas de 1962 (126), distintos homenajes, serán temas de una serie de composiciones que verán la luz en diferentes revistas y medios de comunicación.
En general, los contenidos de estos poemas se hallan muy lejos de las preocupaciones metapoéticas, aproximándose a un tono directamente reivindicativo. Contrastando con este hecho, durante los años sesenta Angela tendrá la oportunidad de hacer públicas sus opiniones estéticas a través de distintas encuestas y entrevistas que, si bien no aportan grandes novedades con respecto a lo hasta ahora analizado, sí suponen un importante esfuerzo globalizador y autorreflexivo.
Uno de los aspectos que más destaca en este punto del análisis, es la justificación que Angela proporciona para explicar su ausencia editorial:
Luego he callado. No sé bien por qué. Me lo preguntan y me lo pregunto. No sé contestar. Algo he escrito y he roto mucho. Acaso estoy cansada de gritar y quiero sentarme un poco, ser abuela y mujer de mi casa y gozar de mi vejez cuando puedo olvidar mis preocupaciones que no cesan, sino que se crecen ante la marcha del mundo y el dolor de los pueblos que constantemente muerde a los más débiles (127).
Aunque reconoce la existencia de jóvenes valores literarios, no en vano "la poesía, como la vida, ha de ser renovación continua o fosilización y muerte" (130). Pero su ideología poética no le permite asumir las formas que se van imponiendo: "ahora hay que escribir surrealismo y yo escribo lo que me sale" (131).
Paralelamente, Angela Figuera asume en los últimos años de su vida todo el conjunto de su poesía, dejando de lado, en cierto modo, aquel exceso de autocriticismo ético observado a lo largo de la "etapa preocupada". "No estoy disconforme con mi ser y mi vida" (132), respondería en un cuestionario a la pregunta "si pudieras empezar, ¿volverías a ser lo que eres?". Incluso llegaría a reconocer que los versos de sus poemarios intimistas resultaban los más queridos, utilizando para definirlos términos como "verdadero", "vivo", "los más sinceros". Por ello mismo, no es casual que en todas las antologías de su obra así como entrevistas, se recuerde de forma indistinta la poesía de ambas etapas, quedando sólo relegada su poesía juvenil.
En lo que sí seguirá manteniendo una postura muy autocrítica será en lo que a los aspectos técnicos de su poesía se refiere. De este modo, cuando le preguntan "¿estás conforme con tu poesía?" (133), responderá: "Técnicamente no estoy nunca del todo conforme y todo lo pasado e impreso me parece mejorable..." No ocurre lo mismo en lo que a contenido se refiere, "la tendencia, las ideas, los sentimientos, sí. No me arrepiento de nada y sigo en la misma postura".
Asimismo, considera Angela que su poesía recoge todo su pensamiento y, por ello mismo, es la mejor fuente de conocimiento de sus ideas: "Mis ideas y todas mis cosas están en los poemas. Cuando escribas esta entrevista, dice a Robert Saladrigas, vuelve a leerlos y ya está". y también, "todo lo que yo puedo decir de mi poética está en mi poesía" (134).
Esta asunción absoluta de su obra parte de un concepto globalizador de la misma, de la idea del amor como principio básico de toda su lírica: todos sus poemas son poemas de amor, amor a un hombre, al hijo, al Hombre en sentido colectivo...(135) No concibe dos poéticas distintas de acuerdo con la temática que posee cada poema:
No sé cómo puede haber una poética para los poemas de amor y otra distinta para los que no lo son, caso de que éstos últimos existan (136).
*Notas
126. Dichas huelgas, definidas por Nicolás Sartorius como "primavera asturiana" (El resurgir del movimiento obrero. Editorial Laia. Colección "Primero de mayd'. Barcelona, 1975. Pp. 39-40) se iniciaron el día 7 de abril con el paro de los dos mil mineros del pozo "Nicolasa" de Mieres, extendiéndose paulatinamente a buena parte de Asturias: "a finales de mes, en Asturias el número de huelguistas sobrepasará los sesenta mil y en mayo se llegará, con los paros de Gijón, prácticamente a la huelga general. El movimiento alcanzó después a numerosos puntos del país: "30.000 metalúrgicos de Vizcaya, más de diez mil en Guipúzcoa, 5.500 mineros de León, miles de parados en Jaén, Córdoba, Puertollano", etc. El régimen reprimió duramente a los huelguistas. Sin embargo, "las huelgas de abril y mayo tuvieron una importancia trascendental y abrieron un nuevo período en la historia del país". Son todos estos acontecimientos los que recoge Angela en su poema.
127. Saladrigas,R: "Monólogo con ...", op.cit. Pág. 48.
128. Núñez, Antonio: "Encuentro con ...", op.cit. Pág. 4.
129. Ibídem.
130. Respuesta al cuestionario de María Mombrú, op.cit. Pág. 76.
131. Núñez, A.: "Encuentro con...", op.cit. Pág. 4.
132. Respuesta al cuestionario de María Mombrú. op.cit. Pág. 77.
133. lbídem.
134. Algo parecido responderá a Antonio Núñez: "Mis ideas y todas mis cosas están en los poemas. Cuando escribas esta entrevista, vuelve a leerlos, y ya está", ("Encuentro con..", op.cit. Pág. 4).
135. López Gorgé, J.; Poesía española contemporánea..., op.cit. Pág. 27.
136. lb ídem.